«NO HA PASADO NADA: TODO CONTROLADO»
La ciberseguridad se ha convertido en la primera fuente de preocupación de un empresario serio en el siglo XXI, hasta el punto de que cuando esta lacra entra en juego, ya no tratamos sólo de un robo de información, más o menos controlado, sino de cuestiones de índole estratégico que incluso pueden acabar con la sostenibilidad de un grupo empresarial.
Generalmente, los expertos en ciberseguridad que trabajan para las empresas, ponen a disposición de éstas toda la sabiduría de la que gozan, hasta el punto de que se suele reducir hasta en 4-5 veces el inicial porcentaje de vulnerabilidad de una empresa. Comoquiera que la seguridad absoluta no existe, se antoja necesario el complementar el nivel técnico y jurídico con un seguro específico y personalizado según las necesidades de la empresa en cuestión. Sin embargo, hay sectores muy sensibles que aun recuperando el daño económico que le pueda suponer un ataque cibernáutico no recuperarán jamás el reputacional, lo que implica que en un medio plazo la empresa se irá a pique ante la falta de confianza de su clientela.
La comunicación es tan importante como una correcta política de protección técnica y jurídica y, a veces, hasta más efectiva.
Es decir, según en qué casos, el daño externo por vía red o Internet acaba con la reputación de una entidad. Esta reputación manchada supone que la entidad en cuestión no se recuperará en un futuro ni cercano ni lejano.
¿Quién se operaría en un hospital en el que se ha manipulado el ordenador que controla el tipo de sangre de un paciente que se va a operar? ¿Quién se comería un producto alimenticio que ha sido manipulado por haber sufrido un ataque el ordenador que controla sus ingredientes, añadiendo una dosis que lleve consigo el daño físico a un humano? ¿Quién compraría un sistema operativo para los dispositivos IPs de una empresa si estos han sido manchados con la prensa informando de su vulnerabilidad por ataques de terceros?
En estos casos en que ni el nivel técnico-jurídico, ni el seguro son capaces de mantener a un empresario en el mercado sin que éste sufra un daño real que pueda acabar con su posición, sólo cabe una solución de urgencia, cual es disponer de un potente equipo de comunicación para minimizar la información generada y ocasionante de un daño real en el prestigio de la entidad.
Hay sectores muy sensibles que aun recuperando el daño económico que le pueda suponer un ataque cibernáutico no recuperarán jamás el reputacional.
Existen muy pocas entidades en España preocupadas por este hecho que es incuestionable: un plan de emergencias con diferentes escenarios posibles como vía de solución del conflicto es vital. El problema estriba en el hecho de que no es útil hacer uso de esta opción cuando ya tenemos el problema encima, sino que una correcta praxis de actuación empresarial, exige de una política de prevención antes de que el daño ocurra, para que todos los puestos vitales en una empresa sepan cómo actuar en los momentos de desconcierto, e igualmente apoyarnos en una agencia de comunicación cuando el daño tenga efectivamente lugar, en cuyo caso tendríamos el mejor de los acompañamientos para que el daño no nos deje en una situación irrecuperable en el mercado.
La comunicación es tan importante como una correcta política de protección técnica y jurídica y, a veces, hasta más efectiva. Las empresas realmente preocupadas por su prestigio entienden que esta cuestión no es baladí y que en ocasiones es la única vía para salvar la ruina de una entidad, que sea atacada en su core de negocio.
Es decir y concluyendo, si ocurre lo peor, una agencia de comunicación: “NO HA PASADO NADA, TODO CONTROLADO”.