La sociedad se ha hecho digital: es esta una cuestión indisentible, y con ello nos hemos beneficiado (ventajas de internet, ayuda de las máquinas y dispositivos en nuestra vida diaria, comunicaciones telemáticas a larga distancia…), pero igualmente nos hemos visto perjudicados con la aparición del cibercrimen.
La cuestión se antoja tan relevante que incluso se ha acuñado la expresión «cuarto ejército´´, el digital, junto a los de Tierra, Mar y Aire. Desde el punto y hora en que se puede desarmar al enemigo, inutilizando los ordenadores y dispositivos de ataque, podemos hacer más daño que con la destrucción física: no en vano los genios de la ciberseguridad de cada país trabajan generalmente en el Ministerio de Defensa.
Probablemente tenemos a los mejores profesionales europeos en la persecución del delito digital
¿Pero qué ocurre con la seguridad digital a nivel ciudadano? Pues y sobre todo a lo que se refiere a empresa disponemos de un doble mecanismo de protección y defensa. El primero lo constituye la prevención, generalmente cristalizada en equipo de profesionales (informáticos, abogados, financieros, formadores…) que tratarán de poner en jaque a los piratas complicándoles las vías de acceso a la información sensible o crítica.
¿Más y cuando ya tenemos el problema? ¿Cómo lo perseguimos? Como español no puedo sino sentirme enormemente satisfecho del nivel técnico adquirido por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Policía y Guardia Civil, que siendo conscientes de lo que se nos venía encima, han sabido adaptarse plenamente a las circunstancias y crear Departamentos específicos altísimamente cualificados en la persecución del cibercrimen, y no sólo a nivel técnico-informático, sino sabiendo cómo hacer las cosas, para que los letrados defensores de los piratas informáticos se queden sin argumentos formales para rebatir ante un Juez pruebas del ciberdelito
La cuestión se antoja tan relevante que incluso se ha acuñado la expresión «cuarto ejército´´, el digital, junto a los de Tierra, Mar y Aire
La tranquilidad para la ciudadanía es un grado, y a este nivel, probablemente tenemos a los mejores profesionales europeos en la persecución del delito digital.
Tomando en consecuencia y en consideración que la ciberseguridad es una prioridad nacional para el Estado, en la medida que puede ser causa para cierres empresariales o despidos de profesionales, toda vez el daño económico o reputacional que esta nueva variedad de delitos puede ocasionar a nuestro tejido industrial, no hemos de concluir sino en que la Policía y la Guardia Civil, con esta formación tan meritoria coopera tal y como hacen los empresarios, a la generación de riqueza nacional, siendo del todo punto injusto, al menos para los que nos dedicamos en cuerpo y alma al mundo de la ciberseguridad no poner de relieve tan encomiable y destacable labor social